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El ritmo de las mañanas

Reportaje fotográfico por Núria Carles

 

A esa hora no están ni las calles puestas” me decían mis padres de pequeña. Esa frase, la oía de niña cuando hablaban de la gente que madrugaba mucho y que salía a la calle de noche, en pleno invierno. Y yo, claro, me imaginaba o lo intentaba, las calles aún por poner, con hombrecillos montando todas las piezas: el pavimento, las papeleras, las farolas, los pasos de cebra,… y los madrugadores saliendo de casa con aquellos hombrecillos aun colocando cada pedazo del mobiliario urbano.

 

Esta anécdota me ha servido de excusa para salir de casa un sábado temprano para observar qué hacen esos madrugadores durante las mañanas. Cámara en mano, mi objetivo es callejear por mi pueblo, La Seu d’Urgell, una mañana de sábado aprovechando el mercado semanal y retratar acciones y actitudes diversas de seis personas anónimas. Estas seis pequeñas historietas, aunque independientes entre sí, narran un relato común: el ritmo de las mañanas de los habitantes de La Seu d’Urgell. Cada uno (a veces más de uno) por separado, mediante su trabajo, sus tareas, sus rutinas, sus aficiones o sus obligaciones, componen un marco general de cómo se viven las mañanas de un sábado cualquiera en el pueblo de La Seu.

 

Retrato personas pero no hago retratos, en el sentido estricto del término, más bien capto su presencia en un momento y en un lugar concreto. Reflejo, o más bien, intento reflejar, cuál es su aportación en la construcción de una mañana fría y nublada del mes de mayo en su pueblo. Con su aportación me refiero a sus movimientos y sus pausas, a su andar, a sus gestos, a su actitud, a sus necesidades,… y también al lugar donde están, de donde vienen y a donde van, y su hacer en ese espacio y en ese momento.

 

Elijo el blanco y negro, insitu, porque me lo pide el tiempo. El día es gris, el cielo nublado apuntando lluvia, con algún tímido destello de sol que se cuela de vez en cuando. El paisaje, el pueblo y sus calles no destacan, pues, por sus colores. Me decanto por la ausencia absoluta de éstos y escojo el blanco y negro, aprovechando, eso sí, la luz que los claros entre las nubes me ofrecen.

 

Una vez tomadas y observadas, las fotografías transmiten cada una su ritmo, que depende, sobretodo, de la actividad de la persona retratada. Cuanta más actividad, por ejemplo, en el caso del entrenamiento matinal de los palistas, la fotografía desprende más movimiento, más adrenalina, se percibe que la ciudad ya no está dormida. En cambio, si nos fijamos en la pausa para el desayuno del barrendero o el paseo matutino del perro, se respira una cadencia plácida e imperturbable. Cada instante fotografiado refleja la harmonía de aquella persona en aquel espacio y en aquel instante.

 

No me atrevería a decir que las mañanas en La Seu mantienen un ritmo determinado, como bien revelan estas instantáneas, cada habitante aporta su ritmo personal e intransferible en el devenir general de las mañanas del pueblo.

Estrechando márgenes

Reportaje fotográfico por Guillermo Gil

 

Suele decirse que el agua es vida. Y eso bien lo sabemos los zaragozanos. Nuestra ciudad nació y creció a orillas del río Ebro, cuyo cauce ejerció de padre para todos sus pobladores. Con el paso del tiempo, Zaragoza extendió sus dominios, pero siempre tomando al Ebro como punto de referencia. En torno a él giraba la vida de todos sus habitantes. Y así sigue siendo hoy en día. Basta recordar que la ciudad de Zaragoza acogió la Exposición Internacional de 2008, con el agua y el desarrollo sostenible como eje temático, y con el río Ebro como actor protagonista.

 

Cruzando la ciudad de noroeste a sureste, el Ebro se ha convertido en la principal arteria zaragozana. Y si el rio nos da la vida, los puentes que lo cruzan son los que nos la facilitan. Con más de 70 de estas estructuras repartidas por toda Zaragoza (pues además del Ebro, atraviesan suelo zaragozano el río Huerva, el Gállego y el Canal Imperial de Aragón), la capital aragonesa es una de las ciudades con más puentes de toda España. Aunque todos ellos contribuyen a la unión de todos los zaragozanos, son los del Ebro los que mayor importancia cobran.

 

A pesar de que a los actuales habitantes de la ciudad nos parezca impensable, lo cierto es que Zaragoza no siempre ha contado con tantas posibilidades de superar el río como hoy en día. Hasta finales del siglo XIX, tan solo un puente, el de Piedra, unía las márgenes derecha e izquierda del río. Construcción que, en más de una ocasión, se vio parcialmente destruida por la acciones de la madre naturaleza. No fue hasta 1895, cuando se construyó el puente de Nuestra Señora del Pilar, popularmente conocido como “de Hierro”, que los zaragozanos pudieron sortear el río por más de un emplazamiento. A estos se les unirían, en la segunda mitad del siglo XX, los de Santiago y la Almozara (este último ya existía desde el siglo anterior, pero su uso estaba restringido a los ferrocarriles, situación que cesó en la década de los 70). Posteriormente llegarían el Puente de la Unión y el de Manuel Giménez Abad (llamado así por el político zaragozano asesinado por ETA en 2001). El siglo XXI y la Exposición Internacional de 2008 traerían de la mano los últimos puentes zaragozanos sobre el río Ebro: el del Tercer Milenio, el Pabellón Puente, la Pasarela del Voluntariado y el Azud Manuel Lorenzo Pardo.

 

En pleno 2014, el Ebro sigue siendo el corazón de la ciudad. Y es por ello que el río es uno de los activos zaragozanos más fotografiados. Deambulando por sus riberas (una de mis zonas favoritas de Zaragoza, por donde uno puede pasear, hacer deporte o, simplemente, evadirse de la monótona rutina), o cruzando sus numerosos puentes, uno puede asistir al desfile de un gran número de personas que, cámara en mano, desean inmortalizar al río Ebro. Pero también, si se es observador, uno podrá comprobar cómo esos puentes por los que discurren los turistas son ignorados, en la mayoría de las ocasiones, por las lentes de sus cámaras.    

 

Así pues, este trabajo nace con la vocación de dar a los puentes de mi ciudad el protagonismo que se merecen. Porque sin el Ebro, probablemente Zaragoza no sería lo que es en la actualidad. Pero sin sus puentes, sus habitantes viviríamos separados unos de otros, aislados dentro de nuestra propia ciudad. Por ello, por ayudarnos a los zaragozanos a estrechar márgenes, a unir una orilla con otra, los puentes sobre el río Ebro en Zaragoza son el tema sobre el que versa el presente trabajo.   

El eterno y olvidado "Cami Ral"

Reportaje fotográfico por Anna Espún.

 

El tema escogido para este ensayo fotográfico tiene historia, se trata de los “cami rals”*. Así se llamaba a las vías de comunicación usadas antes de la existencia de las carreteras. Aun así, estos caminos públicos siguen existiendo hoy en día en algunas zonas.

 

En el caso  del municipio dónde vivo, Sant Boi de Llobregat localizado a unos  15 kilómetros de Barcelona, el “cami ral”, o el trozo más evidente de él, se encuentra situado en el Parque Forestal del Montbaig. Este camino va de Barcelona a Vilafranca del Penedés pasando por Sant Boi de Llobregat, Sant Climent de Llobregat, Begues y Olesa de Bonesvalls  entre otras poblaciones

 

He  escogido esta temática porque me parece muy interesante, forma parte de nuestra historia y muchas veces no sabemos ni  tan siquiera que puede  encontrarse tan cerca de nuestra vida diaria. Para mí que soy una amante de la naturaleza y el senderismo, este ensayo me ha ofrecido la oportunidad de adentrarme un poco más en la historia que rodea mi pueblo y así poder conocerla más.

 

En las fotografías que se pueden ver  en el siguiente apartado, el observador tendrá que ser lo que su nombre ya describe, muy observador y agudizar la vista. No es una temática que se pueda ver a primera vista, ya que en este caso concreto, el paso de los años, el descuido y la erosión no han dejado muchas evidencias pero si se denota en los pequeños detalles, como  los muros de piedra que aún quedan en pie o las cabañas para los pastores. Paz, tranquilidad y relax es lo que transmite esta verde y frondosa zona arbolada del parque, no se podrían encontrar mejores adjetivos. Pero mejor dejo que el lector opine por sí mismo.

 

 

* “Cami ral” es como se denomina a estos caminos en catalán. Por falta de traducción exacta, he mantenido su nombre original.

Gentes de playa

Reportaje fotográfico por Joana Boix

 

Los 4,5 km de playas de arena dorada de Barcelona, según los eslóganes turísticos, es uno de los reclamos más representativitos de la ciudad. Sin embargo, aunque Barcelona es sin duda una ciudad de mar, su relación con el mar ha tenido altibajos a lo largo de la historia, llegándose incluso a darse la espalda en algún momento.

 

Actualmente parece que los habitantes de la ciudad han vuelto a recuperar el cariño hacia este espacio. Exceptuando en verano, cuando las playas se llenan hasta los topes y resulta casi imposible ver un solo grano de arena bajo esas miles de toallas, tumbonas y cuerpos asándose al sol. Es durante esos meses cuando las playas pasan a ser una atracción turística más de la ciudad como lo son las Ramblas, la Sagrada Familia o el Parc Güell entre otros lugares de los que huyen los barceloneses.

 

El resto del año, por suerte, las playas pertenecen casi en exclusiva a los habitantes de Barcelona, los de siempre y los recién llegados, sin distinción de edad o condición. Aunque es en primavera, cuando las playas empiezan poco a poco a recuperar su público, justo cuando empieza a subir la temperatura y resulta agradable salir al aire libre y solamente los más valientes son capaces de meterse en el agua, el momento ideal para salir y ver lo que empieza a cocerse en este rincón de Barcelona.

 

Este reportaje fotográfico pretende mostrar unas poquitas piezas del puzle de gentes y actividades que conforman las playas de Barcelona en esta época del año.  Pero también mostrar el poti-poti en que se ha convertido hoy en día Barcelona, ya que es uno de los pocos lugares turísticos que no rehúyen los barceloneses.

Lima enigmática

Reportaje fotográfico por Carmen Ponce de Mirbach

 

¿Por qué eso de enigmática? Pues porque en un país como el Perú, donde la pictografía todavía no ha sido descifrada, el patrimonio arqueológico se convierte en los archivos y bibliotecas donde se encuentra mucha de la información acerca del manejo de la geografía, los recursos naturales y la organización social (Shady, 1999:14)[1]. Y Lima especialmente está edificada casi íntegramente sobre huacas que quedaron de los antiguos pobladores del Perú, y los últimos hallazgos siguen revelando más secretos que permiten ampliar un poco más los conocimientos del pasado milenario de esta ciudad.

 

La Lima que fundó el marqués don Francisco Pizarro un 18 de enero de 1535, nutrida desde esa fecha en las ricas herencias de Occidente, fue sucesora de un antiguo destino rector desde la época prehispánica que estuvo por miles de años ocupado por diversas sociedades que fueron transformando el paisaje que las rodeaba. Pizarro encontró las condiciones idóneas para fundar la Ciudad de Los Reyes (Shady, 1999:1)[2], y la época virreinal fue la más importante en todos los aspectos de su significación urbana, histórica y cultural, pues en ese período de casi trescientos años la ciudad no sólo se conformó en lo que serían sus perfiles generales definidos, sino que alcanzó igualmente su máxima grandeza y poder.

 

Los más recientes hallazgos arqueológicos han revelado que el nacimiento de la civilización nativa, no sólo de América del Sur, sino del continente, se sitúa en la costa central del Perú, es decir, en el área del actual departamento de Lima. Este proceso de evolución cultural, propio y autónomo, fue interrumpido por la conquista española. Durante la colonia, los conquistadores acometieron contra las lenguas, las costumbres, las artes y la religión de los autóctonos. Sin embargo, el arraigo de las tradiciones y la solidez de los conocimientos alcanzados han permitido que todo lo conseguido en siglos de desarrollo cultural no perezca, sino que se enriquezca asimilando nuevos elementos culturales (Shady, 1999:1).[3]

 

A partir de las últimas décadas, Lima ha venido creciendo de modo desmesurado, sin orden y falta de planificación. El centralismo y la consecuente migración han hecho crecer una ciudad múltiple donde se mezclan desordenadamente los restos prehispánicos y antiguos barrios coloniales con modernas zonas comerciales y residenciales y con los numerosos barrios populares y asentamientos humanos.

 

En la actualidad se está haciendo un esfuerzo para rescatar los monumentos históricos de la ciudad. Se ha iniciado la restauración de muchas e importantes “huacas” o adoratorios que existen todavía, se están remodelando parques y plazas, se restauran viejos balcones y se pretende rescatar tradiciones culturales que transportan a los turistas en diferentes circuitos turísticos a las ruinas arqueológicas, al casco antiguo colonial, a los primeros años de nuestra vida republicana, a lo largo de ambas márgenes de Lima y en el seno de la ciudad misma que dan testimonio de aquél gran pasado y el presente de la ciudad.

 

[1] Shady Solís, Ruth; Bustamante Vento, Roberto. (1999). La ciudad sagrada de Caral – Supe. Museo de arqueología y Antropologia; Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

[2] Shady, R.; (1999, enero) Boletín Museo de Arqueología y Antropología. Centro Cultural de la Universidad Nacional de San Marcos.

[3] Shady, R (1999, mayo) Boletín Museo de Arqueología y Antropología.

 

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